Algunos de ustedes que son padres me entenderán ahora, otros que aún no lo son, me entenderán a futuro.
Un día cualquiera de otoño, agradablemente frío como siempre por cierto, en que la rutina parecía abrumarme, algo comenzó a cambiar. Mi taller era el mismo; mi trabajo diario también; mi sueño de tener una casita en el campo con gallinas seguía intacto; la familia ... la familia comenzaba a cambiar.
Aunque pasaba el día sola con mi trabajo y cuidando de mi madre, por la tarde se llenaba la casa de movimiento y vida al llegar mis hijos a casa de vuelta de la universidad. Trayendo toda esa inquietud y dinamismo que nos mantiene. a quienes les rodeamos. eternamente jóvenes. La preocupación siempre estaba en que llegaran bien. Respiraba aliviada al verlos entrar en casa.
Un día mi hijo, un niño para mí, quizás siempre será un niño para mí, tomó la decisión de marcharse para continuar estudios lejos.
Hasta ese día suponía tendría que echarlo de casa a los cuarenta. Pero no, cortó el cordón inesperadamente pasados recién los veinte años.
La casa, una casa grande antigua de paredes gruesas y piso chirreante comenzó a quedar en silencio.
Mi hija en su carrera con notables resultados muy joven logró importantes responsabilidades y también en corto plazo.
Si antes me abrumaba la rutina, habría agradecido que durara un poco más de tiempo.
La casa se volvió diferente, el telar pesaba mucho más, mi gata Gala empezaba a caminar lento, los días se hicieron largos y lentamente empecé a alcanzar a mi madre en edad mental y malestares.
Dejé entonces el telar y olvidé este blog, hasta el día de ayer en que llegó un mail avisando que se borrarían imágenes de Blogger. Es como borrar parte de mi, de mis recuerdos de tantos tejidos en mi telar de pedales. Incluso de mi peludita Gala que ya no me acompaña, porque a sus catorces años de acompañarme su cuerpito se cansó. Se me adelantó nada más. ¡Sé que me espera!
Antes de que me borren, si llegara a suceder, quise explicar mi ausencia.
Sigo aquí pero en una etapa nueva en que camino más lento, disfruto cada mañana de un buen café y he cambiado mi telar por una tradicional máquina de coser industrial.
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